Con tan solo 22 años Charles Darwin se subió al HSM Beagle para explorar los confines del mundo y sus entrañables secretos. Después de cinco años de viaje por África, Sudamérica (anduvo por la pampa argentina) y Oceanía, con la experiencia de una larga travesía, elaboró la teoría de la evolución (imposible no penar en el video de Pearl Jam) y el origen de las especies -que publicó 20 años después en un libro cuyo nombre completo resulta excesivamente largo como para ponerlo aquí-, teoría que revolucionó el siglo XIX en lo filosófico, científico, social y -especialmente- lo religioso. Su teoría de la evolución por selección natural como explicación primaria del proceso evolutivo recién fue tenida en cuenta -o validada- en 1930, y actualmente sus aportes a la ciencia y al pensamiento se reciclan y reelaboran con acepciones y modificaciones en lo que se denomina biología evolutiva. La teoría sintética de la vida es uno de los paradigmas hegemónicos actuales, que convive con el refortalecido creacionismo, sin embargo los mismos evolucionistas aseguran que todo es incierto de aquí en más y que no es posible asegurar qué es lo que está por venir, pero lo cierto es que lo azaroso de la evolución (que algunos intentan reemplazar por la viveza o avivada) y la supervivencia del más apto, pueden verse claramente en algunos especímenes que al estar al borde de la extinsión mutan para sobrevivir.
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