A pocos minutos del “cierre” de este fin de semana –que en realidad ya se fue a la mierda y no queda otra que dar lugar al calendario escolar, aunque no nos queramos ir a dormir (por la hora)-, es muy probable que muchos, todavía, estén masticando las boludeces que hicieron el sábado en nombre de otra celebración foránea, lamentando el patetismo de sus acciones románticas –exitosas o no- sacadas de una mala película romántica. La soledad habrá hecho su entrada triunfal en numerosos cerebros confundidos por tanto marketing valentiniano y falsedades envalentonadas por el exceso de alcohol, chocolate y antidepresivos. Habría que revisar el índice de suicidios.
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