viernes, 28 de mayo de 2010

Ya pasó

Argentina festejó 200 años y por cuatro días apestó a empanadas, choripán y locro. Lo interesante del contexto de bicentenario fue que se despertó el patriota casi chauvinista que la gente lleva en el fondo. Se cantó el himno en todos lados, se bailó el pericón y otras danzas en extinsión, y más de uno se empachó con dulce de leche y mazamorra. Por unos días la gente finjió muy bien la unidad nacional y el interés por la patria, ahora ya volvimos a la normalidad y eso del bicentenario no fue más que un gran evento político, algo re loco y superproducido; otra fiesta con muchos excesos (algún perdido llegó a pensar que eran los festejos por el cumpleaños de Cristina). Hasta se habló de Belgrano, San Martín y Conelio Saavedra (en este caso con cierto humor respecto de los cornelios), y algún noticiero intentó instalar el debate sobre por qué no hay mujeres en la historia argentina pero no le dieron mucha bola. Pero listo, el patriotismo no es nuestro punto fuerte y (lamentablemente) el ¡viva la patria! por acá tiene un tufo a militares y estupideces bélicas. La argentinidad va por otro lado.

1 comentario:

  1. Amén. Lo cierto también es que más o menos militarizado, más o menos banderista o chauvinista, por éste o áquel lado, la argentinidad sigue ahí, como si realmente fuese algo capaz de definir a un montón de gente. Enorme montón que frecuenta las fiestas patrias para pegar un chori, morcipán o chocolatada. Más que argentinos son choripaneros y bailanteros. Por suerte. Digámosle chorivinistas. Ese es el tiro.

    Con la empanada, el choripán y el locro todo más que bien, aunque a mis arterias no les gusta nada. "Muy grasa", dicen; y las rodillas rechinan cuando le encajo el "meneaito" a pleno.

    Un abrazo.

    Marcelo.

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