“Parece cocaína/pero sólo es tristeza/Talvez sea tu ciudad...”
(Tiempo perdido)
(Tiempo perdido)
Belleza y depresión, esa mezcla tan atractiva y peligrosa era la que proponía Renato Russo en una de las bandas de Rock más importantes de América del Sur: Legiao Urbana. La legión de poesía y melancolía de las ciudades, como ya lo proponían Lou Reed y la Velvet Underground hace varias décadas estaba ahí. Legiao era hija post-parto del Punk, su ADN retrotrae hacia Aborto Eléctrico, banda formada por Russo a inicios de los oscuros ochenta en una Brasilia desfigurada por la reciente represión militar.
“Cuando nacimos, fuimos programados/ para recibir lo que ustedes
/nos empujaron con los enlatados/ de USA, de nueve a seis”
(Generación Coca-Cola.)
Legión Urbana conservó la rabia del estallido contracultural de los 60 y 70, pero a la vez la combinó con cierta dulzura lírica, no de poptimismo banal (como la mayoría de los new wavers ochentosos) sino de una búsqueda desesperada por algo de calor humano, para sobrevivir, para no rendirse aún ante la lucha de (y muchas veces contra) la vida.
“No dieron espejos / y vimos al mundo enfermo.”
(Indios)
Al llegar a la última década del siglo pasado, Legiao también se vio influenciada por el aluvión Grunge, no explícitamente en su sonido, pero si sutilmente en su lírica (y en cierta manera en su karma).
“Culpás a tus padres por todo /Eso es absurdo: son niños como vos / lo que serás cuando crezcas.” (Padres e hijos)
Sigue llamando la atención de los críticos la profundidad con la que caló a nivel popular un proyecto tan desvinculado (al menos a simple vista) de la alegria y desfachatez brasuca. En las rodas de viola (los fogones de allá) las canciones de Legiao tienen presencia cuasi obligatoria, haciendo zapping en las radios, también. Al salir a la calle varias ediciones póstumas de Russo solista o algún unplugged encajonado, las disquerías vuelven a recibir la visita de los fans legionarios.
“En las favelas, en los cerros/ basura por todos lados. / Nadie respeta la Constitución,
/ pero todos creen en el ‘futuro de la nación”. (¿Que país es este?)
Según Ciro de Ataque 77 (con dos covers grabados), Russo se dejo morir como Bela Lugossi, no queriendo luchar por seguir. Y más o menos así en octubre del 97, Russo dejaba huérfanos a una generación de legionarios, víctima en parte del virus del HIV, y también por su autoabandono, su cansancio (expresado en los últimos cds) de este complicado mundo.
“Vamos a celebrar el hambre /no tener a quien oír y nadie a quien amar
/Seguir alimentando las maldades /vamos a aplastar un corazón."
(Perfección.)
A punto de cumplirse una década, el espíritu de su poesía sigue ahí, resonando en el mito cultural de un legado, asentado en un firmamento integrado por estrellas como Cazuza (autor de “El tiempo no para”) y Raúl Seixas (el Charly García do Brasil) o Tim Maia (un Barry White cantando en portugués).
“Para ser honesto, / soy un poquito infeliz…”
(Tiza.)
Esa combinación de Eros y Thánatos (alguna vez nombrada en ‘Perfección’) tan inherente al rock visceral no pudo alejarse del arte de Legiao, como un reflejo fiel de la basura y belleza del ser humano. Talvez por eso, aún se puede encontrar sinceridad en su música. Algo que parece haber “muerto de sobredosis”, como decía Cazuza, al igual que nuestros héroes.
-URBANA LEGIO OMNIA VINCINT (La legión urbana todo lo vence).