martes, 25 de marzo de 2008

24 de marzo: hoy comulga hasta el más ateo

La dictadura de argentina es como el sexo para los psicoanalistas. No se puede dejar de pensar en ella como un sustrato, como una especie de base de la cual emergen todas las demás problemáticas. Han sido tan fuertes, profundos y sólidos sus lazos que su respiración artificial aún hoy puede oírse en las calles de nuestras ciudades, y que sus metodologías aún se sienten y resienten en la cultura Argentina. La palabra Dictadura –para cierto sector de la población- significaría, entre otras cosas: torturas, ignorancia, vacío generacional, burocracia sindical, neoliberalismo, precarización del empleo, desconfianza hacia la cultura y a hacia los libros en general, opresión a la prensa….etc. Para otro sector social (la ultraderecha), en cambio, significaría algo muy diferente, cierto campo de significados de cuyos contenidos hoy no quisiera acordarme. Lo indignante de este asunto dictatorial (que culminó con una guerra absurda) es que los mismos personajes que transaron con los dictadores de antaño hoy celebran la conmemoración de los desaparecidos. Pero, acaso lo más molesto todavía es el hecho de que las cosas en este país que supimos conseguir se siguen haciendo muy mal y de la peor manera…Todo bien con la memoria, pero si la memoria no se traduce en tomas de posturas diferenciadas hacia épocas anteriores que consideramos como nefastas se transforma memoria vacía…, transmuta en mero decorado... Por eso transcribimos este texto del genial Leo Masliah en “Textualmente 3” (es mejor escucharlo, sin dudas)…espero les guste…

Por la fuerza no

Había una vez un país donde los obreros y los empleados cobraban sueldos muy bajos, los jóvenes no podían conseguir trabajo y debían emigrar, los alquileres estaban muy por encima de lo que la gente podía pagar, las jubilaciones no alcanzaban para nada y además había que mendigarlas haciendo horas y horas de cola frente a la caja para después perderla a manos de los rapiñeros que a su vez hacían horas y horas de cola para esperar a los viejitos que salían de cobrar. Un día, ese país cuyo gobierno había sido elegido democráticamente cayó bajo la tutela de una dictadura que obligó a los obreros y empleados a ganar sueldos muy bajos, impidió que los jóvenes consiguieran trabajo forzándolos a emigrar, impuso alquileres que estaban muy por encima de lo que la gente podía pagar, y jubilaciones que no alcanzaban para nada y que además debían ser que mendigarlas haciendo horas y horas de cola frente a la caja para después perderla a manos de los rapiñeros que a su vez hacían cola para esperar a los viejitos que salían de cobrar. Pero, los habitantes de ese país opusieron una tenaz resistencia al gobierno de facto, acabando por derrotar a los dictadores y dejándoles bien clarito que si era cuestión de vivir mal habría que hacerlo por propia voluntad y no porque a un puñado de capitanes se les antojara. Conquistada la restauración democrática, y sobre las ruinas dejadas por la dictadura, nuestros héroes se abocaron minuciosa y concienzudamente a la construcción de un país donde los obreros y los empleados cobraban sueldos muy bajos, los jóvenes no pudieran conseguir trabajo y debieran emigrar, los alquileres estuvieran muy por encima de lo que la gente podía pagar, las jubilaciones no alcanzaran para nada y además había que mendigarlas haciendo horas y horas de cola frente a la caja para después perderla a manos de los rapiñeros que a su vez hacían cola para esperar a los viejitos que salían de cobrar.

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