domingo, 6 de julio de 2008

Spa de hombres. Inversión del ideal de belleza.

Hoy es domingo gente. Uno de esos días en los que cualquier cosa que uno hace pareciera atentar contra uno mismo. Días en los que más vale quedarse tirado con el chupete electrónico bien cerca, destapando y destapando birras hasta que la somnolencia termine por abjurar de nosotros mismos. En eso estaba cuando, en medio de un zapping casi epiléptico, me topé con un programejo del canal utilísima: “Spa de hombres”. En este programa una sarta de tipejos musculosos –y a la moda, obvio- enseñaban a otros hombres a ser more “coquetos”. Mi carcajada estalló, precisamente, en el momento en el que se presentó uno de chivita con una remera ajustada…, se paró en el medio del escenario y dijo con amaneramiento excesivo (pero con voz gruesa) y sobreactuando: “¿Ustedes se creían que sólo las mujeres se maquillan? ¡Mentira!, eso es un mito, los hombres también nos maquillamos”. Sí, me dije, con un resabio irónico pero no-machista recalcitrante (que acaso sea nada más que la otra cara del mariconismo): -Ahora resulta que el día que nos sentemos a tomar una cerveza con amigos, o a comer un asado o lo que sea (con o sin pareja) tendríamos que utilizar frases como: “viste loco la nueva crema depiladora…?”; “la crema facial anti-age te deja el cutis re terso, una masa cabesha”; “No! Chabón! te aconsejo que dejes de lado ese plusbell manzana gigantesco (que está demodé) y utilices el head and shoulders crema de enjuague que te saca la grasitud del pelo”; “mmm que suave esta nueva línea de slips”, y así… (el ratisalil o el átomo desinflamante tendrán ahora olor a flores, los fuertes olores a pata, a rodilla, a sobaco, serán desterrados de la faz tierra, etc.), volví a pensar en un tono casi apocalíptico. Más allá de esto, lo sabemos, el ideal de mujer y los productos de belleza fueron –y son- un gran invento para la colonización de las mujeres. Al instaurar el ideal de belleza desde un punto de vista netamente masculino, no sólo se objetualiza a la mujer, sino, a la vez, se instaura la mejor cadena psicológica para su desenvolvimiento en el mundo base, en el mundo “real”: al lado del trauma los productos de belleza y el mercado. Por otro lado, se reconfigura un cemento cultural, sostenido por otras hembras de la especie, para posicionar a las mujeres en la sociedad, el deber ser de la mujer, como se suele decir. En otras palabras, que las mujeres se ocupen de las boludeces del lifting, de la manicura, de la peluquería, que sin todos esos aditamentos se nos hace imposible considerar seriamente «lo femenino». Lo terrible acaso no sean las mujeres que relativizan estos artefactos de belleza (artifundios, diría Homero, artifundio mucho muy complejo), ni menos aún aquellas antropólogas de la cotidianeidad que pueden hablar de los mismos con la fluidez de un maestro retórico de la antigua Grecia o de los actuales medios de comunicación, con la destreza de un poeta o con la filosofía de un Sócrates. Lo terrible acaso sea, retomando la idea de “Spa de hombres” que estos dispositivos de control manejados por la mercadotecnia e instaurados ideológicamente en todos los espacios sociales, desde lo cotidiano a lo metafísico, se pusieron en nuestra contra. Así como antes apuntaban sólo al himen, ahora también apuntan a nuestros huevos. Al parecer fueron tan seductores que era cuestión de tiempo para que sucumbamos a ellos, para que nos enamoráramos de nuestros zapatos, relojes, camperas, que nos embadurnemos de crema para dormir, que ir a la peluquería sea nuestra apoteosis, que, en definitiva, nuestros “artifundios” se transformen en nuestro epitafio, que auguren nuestro réquiem.

2 comentarios:

  1. we.. tanta reflexión al ver utilícima, y que se le va a ser ahora los hombres se nos quieren parecer hasta en las pequeñas cosas, va con onda bobina

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  2. se ve que te quedaste mirando el programa....algo te debe haber interesado. Y el chico de chivita..no es ningun gay....jajaja!! es un bombonazo
    Caro

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