"Y bueno, la enterré", habría sido la frase expresada en tono irónico por Fernando Lugo, presidente del Paraguay, al reconocer a los miembros de su gabinete -entre ricitas cómplices- que había mantenido en secreto la paternidad de un niño de dos años. Piña, salió a decir que el tipo "es un ser humano" y dió a entender que como cualquier hijo de vecino se puede calentar y sucumbir al pecado de la carne. Lo llamativo es que la iglesia no condenó el acto carnal en si -y que lo hicera muchas veces y en todas las posiciones posibles, según informó la madre de la criatura- sino que haya quedado "huella" de su pecado. Caso contrario la cosa seguiría todo bien. La fiesta sin globito -"es que el Papa lo prohíbe", uno de los argumentos más contundente de Fernando para justificarse. "Los sodomitas van derecho al infierno y yo no quiero pasar la eternidad ahí", sería otro - del ex obispo representa una buena oportunidad para que la iglesia católica reconozca que su intento doctrinario por mantener la divinidad de sus sacerdotes negando su condición de humanos a través del celibato, es y siempre ha sido una gran paparruchada. Déjense de joder y que la gente coja como se debe, con forro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario