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La gripe porcina se expande por el mundo frente a millones de expectadores sometidos a las acciones de prevención de los Estados Nacionales, esos cuestionados y muchas veces corruptos guardianes del bien público. Es interesante como los discursos se orientan a destacar la importancia que le atribuyen los gobiernos a la protección de la población luego de que se favorecieran sistemas de explotación intensiva de alimentos que poco tienen de saludables, empresas multinacionales cuya forma de maximizar los beneficios económicos toma los costos sociales como pérdidas aceptables para mejorar la producción -o al menos simularlo-. El accionar de estas empresas deja en evidencia una vez más el poder del sector privado empresarial sobre el Estado y la población, que en días posteriores a los festejos del 1º de mayo, nos llevan a reflexionar - y sería bueno que lo hagamos- sobre nuestro rol en las democracias indirectas y las nuevas formas de sometimiento y exclavitud vinculadas no sólo con lo laboral sino también con el consumo.