
Es como si todo transcurriera en otro lado mientras por acá las cosas son muy simples, "no pasa nada", todos son -somos- "buena gente", y lo feo es de afuera o culpa de los paraguayos. Pero esto está jodido desde hace rato. La prostitución infantil, el contrabando y los ajustes de cuentas, la venta de bebés, las drogas, la explotación de mujeres en prostíbulos clandestinos -visitados asiduamente por políticos y miembros de la elite- son contracaras de la cómoda ingenuidad confiada que caracteriza el imaginario social de los habitantes del "interior", y que tan bien han sabido aprovechar los empresarios de la marginalidad.
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