Tan triste como ver al gordo Casero anunciando que se terminaba Cha-Cha-Cha. Así de triste era ver al hijo (el calco del padre) del Negro al lado del cajón; y pegados a la pantalla medio centenar de boludos que nos agarraba un nosequé, como cuando Mafalda no sabe cómo meterse esa curita pal’ alma.
Ya lo veo a Boogie cabizbajo, con el pucho en la boca susurrando abrazado al gaucho terceromundista: “¡Oh, Boogie, eres un blando! ¡Aún te hace llorar la muerte de los amigos!”
Ya lo veo a Boogie cabizbajo, con el pucho en la boca susurrando abrazado al gaucho terceromundista: “¡Oh, Boogie, eres un blando! ¡Aún te hace llorar la muerte de los amigos!”
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