domingo, 23 de diciembre de 2007

Nacer: todo un tema

El niño bobo que surgió de nuestras entrañas una navidad sin globito, delincuente enfermo, sádico, masoca, burlador burlado, le cuesta creer –como él dice- que ahora le toca renacer en papel impreso, como el ave fénix, justamente cuando creía haberse quedado huérfano y colgado, chateado y posteado con un hilo de baba a la hipermegared. Dice que uno de sus padres sufre adicción al trabajo y al alcohol…bueno… (más cosas que no se pueden contar); que otro lo ha dejado por un “futuro” mejor, por otro nacimiento fanzinesco con olor a falda de mujer y que también es beodo; y aquél burdo borrachín solitario que quedó las mayores horas junto a él en este año, en realidad ni se ocupaba de él y se la pasaba puteando y delirando con fantasmas que sólo este vago pensaba que existían, en su delirums tremens trashumante, imitando la bobez del bobo (que es inimitable). Por último, el más ameno para él, quien le regalaba dibujitos y diseños de muñequitos que vendía, según contaba, a precio de dólar en el exterior –en Buenos Aires-, se ausentó una tarde a comprar cigarrillos y nunca más volvió, “se esfumó ese mal parido”, dijo. Entonces, que puede pasar ahora que se han vuelto a ocupar de lo que dice, que le han vuelto a escuchar. No lo sabemos todavía. Pero sí sabemos que este resentido social no esconde un hasta luego exento de un gesto obsceno, que pocas cosas se pueden rescatar de su idiotez, de su mega boludez, de su estupidez tapizada de guiños cómplices. Así, sobre un papel sucio, antes de la llegada de sus padres, émulo de Fogwill, escribió lo siguiente: “Posadas y el mundo. Cuatro tipos de hombres, una triple frontera. Mundo de nos y mundo de Closs. Hombres bobos, boludos, estúpidos e idiotas. En el mundo del hijo-bobo los bobos se vuelven más bobos, los boludos más boludos, los estúpidos más estúpidos y los idiotas más empleados del gobierno. Y en el mundo “real-racional”, fuera del hijo bobo, ya no se puede pensar, porque ya se fue lejos de nuestro alcance, misioneritos”. Agrego yo, su torpe escribiente, “con razón casi tenemos razón”.

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