viernes, 21 de diciembre de 2007

Fans del fanzine


El fanzine ataca.
En esta era de la supuesta ultracomunicatividad del hombre, el vacío en cuanto a canales de expresión para los jóvenes tanto desde los órganos oficiales como del sector empresarial muchas veces lleva a tomar (viejas) nuevas tácticas ante un panorama silenciador.
Muchos son atraídos por la espectacularización de los big mass media con su combo de dinero y fama en un contrato más jugoso y efímero que las mismas predicciones warholianas. Otros optan por la creación de circuitos propios en los cuales sus producciones culturales no tengan que rendir dádivas tan estrictas al baile simio diario del que participamos.
En Posadas y a lo largo de toda Misiones el condicionamiento político (léase: mecenazgos partidarios) sobre la casi totalidad de los medios de comunicación social genera un margen más que acotado para investigar, experimentar o simplemente hablar y lograr resonancia en la esfera pública. Es decir, no sólo se trata de una problemática inherente al mundo juvenil: muchos debates políticos y culturales necesarios como sociedad brillan por su evidente ausencia.
Una de las vías más interesantes por las que han optado algunas almas inquietas es la de la remañida práctica del fanzine. Emparentado con las publicaciones anarquistas del siglo XIX y la implosión punk de hace tres décadas, estas revistas se han convertido en una de las pocas opciones con que los nacidos en el retorno a la democracia intentemos jugar en la restringida ágora postmoderna. Ante la cooptación panfletaria de la amplia mayoría de las emisoras radiales, los astronómicos gastos para participar en la pantalla chica y la apatía de los matutinos tradicionales, la táctica pasa por empezar a escribir, recortar, pegar y…. fotocopiar.
La estética desfachatada de altos referentes como Snifinn Glue (la “Biblia” del movimiento punk londinense de fines de los ’70) sigue vigente. Esa también sigue siendo una constante en el submundo del fanzine: la idea de subvertirlo todo, desde la “belleza” gráfica hasta el orden de escritura y lectura.

Do it (your)self (own fanzine).
A pesar de tanto revival y vintage, esta modalidad comunicativa se viene manteniendo desde su germinación con las contra y sub-culturas, sobretodo estableciéndose como una opción para acercar bandas del underground a nuevos públicos (no es en vano el uso de la palabra fan); vía tomada por el hardcore, como lo hizo Fun People en los noventa con su ensalada de discursos libertarios, pro-gay, ecologistas y straith edge. La investigadora mexicana Rossana Reguillo Cruz en “Emergencia de Culturas Juveniles. Estrategias del desencanto” sostiene:
“A través de la música, de los llamados ‘fanzines’, del acceso a la información mediante complejas redes internacionalizadas y, especialmente, a través de la porosidad comunicativa entre distintos colectivos juveniles, los jóvenes han rebasado a la institución escolar que permanece, en términos generales al margen de los procesos de configuración sociocultural de las identidades juveniles”.
Desde hace rato nuestros mundos de sentido dejaron de pasar exclusivamente por dichas instituciones tradicionales. La crisis y caducidad de éstas ha llevado a la búsqueda de otras vías para el establecimiento de canales comunicativos más efectivos y legítimos. Es innegable la influencia del mercado en la configuración del imaginario de la juventud desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, pero también es indudable la aparición de contestaciones e intentos de boicot a dicha lógica o logística mercantil, a través de otras formas de percibir, comprender y construir la realidad.

Fanzines made in Misiones.
En Misiones, más específicamente en su capital, la escena alternativa de la década pasada (con recitales en la entonces recuperada ex-estación de trenes o en salas teatrales no oficiales) fue una de las principales productoras de publicaciones autogestionadas. Pero junto a la crisis, los escenarios locales se vieron relegados a un anémico estado. De esa época quedan algunas copias de las que eran repartidas en los ciclos musicales “Metele Suela”, de la revista de “Ediktos Juveniles” (estandarte del punk-core posadeño) o de la “Vomitatitva” (representante del movimiento metalero vernáculo).
Con el recambio generacional de inicio de siglo, no sólo apareció un modesto nuevo público, sino también otros aspirantes a productores culturales, algunos reciclados de antiguos proyectos y otros incipientes, la “sangre nueva”.
De estos gérmenes surgieron “La Resistencia” y “Kaótica”, hace tres años. Entre los esporádicos zines que han aparecido en esta década, estos dos fueron algunos que los que han ”sobrevivido” más tiempo. Ambas son un buen retrato de la trama por detrás de este tipo de proyecto intelectual, cultural o artístico: se conforman a través de equipos o mini-colectivos de fuertes vínculos, tratan de establecer un circuito paralelo, muchas veces terminan encerrándose o siendo encerrados en guetos e interceptan al imaginario urbano explícitamente. Cada una lo hace a su manera:
En la “Kaótica” existen espacios de reflexión sobre los hechos locales, como la contaminación, las polémicas mediáticas, los absurdos cotidianos de la capital misionera o del país, entre otros. Todos son abordados desde la óptica editorial de los distintos miembros de la revista. Inclusive, se genera la impresión de que es aquí donde se analiza lo que no es tomado por la agenda de los “medios serios”. Hay un gran aprovechamiento del ensayo lúdico, para construir una visión fundamentada de este ininteligible mundo.
Por su parte, “La Resistencia” otorga un mayor énfasis a conceptos y tabúes de moralidad de la sociedad actual. Además, se generan análisis y crítica desde una perspectiva mucho más académica, principalmente sobre la situación política provincial. Esas pequeñas visiones sobre cuestiones de poder locales son siempre enfundadas por un humor ácido.
Según uno de los editores de “La Resistencia”, el fanzine “teóricamente tiene que abrir la potencialidad de meter cualquier cosa. Debe permitirse en los formatos jugar, en criticar, en poner recortes de diarios. Que no sea un objeto estético en el sentido lineal de la palabra, no como se decía: ‘Lindo para la vista y para el tacto’, sino justamente yo puedo jugar: recorto o hago letras a mano y pego, pego figuras, pego chicles, pego preservativos, pego lo que sea. Lo pongo en una bolsa, lo pongo en otra. Esa variabilidad en el formato que tiene es algo sumamente interesante para la cultura en si misma. […]… entiendo que el fanzine es un formato mucho más libre, mucho más laxo que permite jugar un poco más con la creatividad o no estandarizarte demasiado, no caer en un formato excesivamente rígido. Podés poner cosas que no necesariamente siguen con una lógica literaria o una lógica, digamos, coherente, del todo coherente.”
Ya en cambio, uno de los realizadores de “Kaótica” nos muestra otra arista: “Yo ya conocía la gente que trabajaba en los medios, radios, televisión y diarios, de acá. Y sentía como que no hay una posibilidad de que alguien venga y te cubra tu loca idea de querer expresar algo, monetariamente o con el espacio mismo. Entonces yo tenía esa necesidad de que se cree o de que nosotros, creemos un espacio nuestro para poder expresarnos.” Y agrega: “Como tenés tantas limitaciones, tenés la necesidad de descargarte por algún lado. Y la ‘Kaótica’ sirve mucho para eso. Por ahí te tenés que limitar en otro ámbito, pero acá sacás toda la furia afuera.”
Los circuitos de distribución o comercialización de “Kaótica” y “La Resistencia” suelen acotarse a stands en recitales o a los pasillos de las facultades. No hay quiosco ni canillita. Es decir, se llega a un público bastante reducido. Como toda producción cultural llevada a cabo desde el margen, el circuito de los fanzines (así como gran parte del movimiento artístico posadeño) tiende hacia la esclerotización. Los de la “Kaótica” consideran que “estaría bueno encontrar alguna forma de unirnos todos los que sean, así como las bandas necesitan unirse entre ellos para mejorar el espacio limitado que tienen dentro de la ciudad de Posadas, estaría bueno unirnos para aumentar nuestra expansión o espacio, pero cada uno trabajando desde lo suyo.”
Sin embargo, todavía el mundo de sentido sobre el que giran estas producciones, suele acotarse y acotar su propio alcance. El flujo de contrainformación se estanca en el círculo de los más allegados. La invitación al diálogo sólo llega hacia los supuestos “iniciados”, sin dejar mucho margen de posibilidad para obtener nuevos interlocutores. La chance de “abrir” más cabezas es decapitada ante el encierro de los circuitos. Los mismos de siempre alimentan un movimiento que termina autoamurallado. Se podría seguir haciendo estandarte de lo “under” y la autogestión hasta el hartazgo, pero la sensación de frustración ante tantas propuestas interesantes que no logran hacer mayor eco resulta inesquivable. Desde “La resistencia”, tomando al autor de “El amor líquido”, nos dan un intento de aproximación: “(Zigmunt) Bauman es genial en muchos aspectos, este filósofo polaco habla de la falacia del multiculturalismo, la falacia de la globalidad. Toda esa estupidez que se pone: Somos todos heterogéneos. Por ende, estamos todos en igualdad de opinión. Y mentira. En realidad, es una verdadera relación a veces dicotómica, extrema e indeterminada de voces, hay un sometimiento. En realidad, hay una polifonía, pero no: hay voces, hay una relación de poder, hay fuerzas que están siempre modificándola. Se trata de ver todo como un gran conglomerado, una gran Postmodernidad, o como una situación de emancipación porque tenemos un montón de acceso a los medios de comunicación. Eso es una gran mentira. Y esto en Posadas lo hemos visto. “

Fanzines sin fin.
A pesar de los molinos y muros, cada una sigue apareciendo con su irregular periodicidad. El factor monetario no logra detenerlas del todo, tan sólo atrasarlas. La tirada y la aparición de nuevos “diarios” y “revistas” aumenta con el correr del año electoral. Mientras las rotativas reproducen caras relucientes y obras faraónicas, las fotocopiadoras e impresoras caseras van delineando parodias con esas imágenes, copiando textos surrealistas o difundiendo las escasas actividades de lo que quedó del mundillo cultural autóctono.
Junto a los zines vigentes surgen derivaciones o “descendientes” de éstos, como “El Hijo Bobo” o “Macabro”; algunos vuelven al ruedo, como la “Cocú” o “D.E.M.” (Distorsionando el Medio) zine y también salen a la calle nuevos productos con otros orígenes, como “Fa” o “Identidad Urbana”. Además se hace uso de las ventajas y migajas que la tecnología nos ofrece; y así casi todos los “fanzinerosos” van volcando sus fotos, dibujos, collages, ensayos, poemas y entrevistas e inclusive música a blogs, fotologs o myspaces, esas neo-bitácoras que proliferan como hongos en la red. A pesar de poder ofrecer sus materiales on line, los productores continúan jugando con esa magia de lo impreso, del texto tangible, más allá de la denostada (para la mayoría de ellos) “calidad gráfica” con que trabajan.
Estas publicaciones, van delineando los márgenes de una Posadas que no se ve en los avisos publicitarios ni en la prensa dominical, intentando mostrar los itinerarios de un micro-mundo artístico-cultural que es ignorado por mucha de la gente que la habita. Pero ese parece ser el fin de estos proyectos, dar registro o testimonio de esa otra ciudad que se vislumbra sobretodo de noche (con personajes llamativos, bandas de rock, y literatura marginal), como una propuesta diferente, más rica e interesante, con pocos recursos, pero muchas ideas y energía invertidas.
Aquí se habla constantemente de circuitos de comunicación ajenos a los oficiales, en los que circulan producciones, capital simbólico y monetario de forma constante y fluida, al menos entre algunos pequeños fragmentos de la comunidad que no se conforman con lo que se les ofrece habitualmente como “cultura”.
Christian Giménez.
(Nota publicada en la revista Crann)

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