sábado, 8 de diciembre de 2007

Luca Live

Solitario amor, con su ley de ausencias.
Dos décadas sin Luca Prodan.-

“Well I don’t know, but I’ve been told, that’s streets of heaven are lined with gold.”
(DBB. Sumo)


No se entiende bien qué cuernos era. Olía a Lou Reed con Joe Strummer, pero también a Ian Curtis con Bob Marley. Parece que olía a libertad, porque iba más allá de una fucking sobredosis. No se trataba de jugar con el rock star system ni como querían los peces gordos (desde esa época ya lo bardeaba a Chabán) de los negocios del espectáculo porteño. Él venía de ver el incendio musical londinense de los 60 a los 80. No había nada acá que lo iba a sorprender, salvo el snobismo tercermundista, el cirquito criollo que todavía sigue de función (ario). Supongo que seremos uno de los tantos ilusos que se llenarán la boca hablando de la grandeza de la banda que revolucionó al rock nacional (otro producto del marketing facho-chauvinista del chasco de Malvinas) pero que se moría de hambre a pesar de hacer más shows que una banda de cumbia los fines de semana. Esa maldición de los héroes de culto no impidió que Sumo saliera a escena y “rompiera la cabeza” a más de una generación de argentinos sin importar su espanglish, el cuál logró sobrevivir a la estrechez del pseudonacionalismo. El legado está ahí, tanto para los que no la vivimos por una cuestión generacional como para los que andaban en “otra” en esa época. Los “herederos” también andan por ahí, exorcizando sus fantasmas: Divididos como un inquietante vaivén discográfico en la década pasada, Las Pelotas como los grandes ascendentes que supieron desprenderse del maleficio del culto; y Pettinato, como uno de los pocos tipos que todavía parecen creíbles (y queribles) en nuestros generosos mass media.
Veinte años después, el panorama sonoro sigue siendo una mezcolanza entre grandes propuestas y mucho plástico descartable. Quizás si el Pelado todavía estuviese, sería un gordito viviendo por las sierras cordobesas (como el mismo Timmy Mc Ern que lo trajo) tocando su acústica, saliendo cada tanto de gira, alejado de tanto sponsor, botox y spot. Vaya a saber, tal vez tendría que esconderse del acoso, como el Indio Solari, andando de peluca y barba. O quizás, simplemente se calzaría las lentes negras junto a los auriculares y saldría a caminar con su campo de fuerza (mitad budista, mitad punk) ante toda esta gente que tanto asco da.

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