martes, 17 de junio de 2008

Sobre el discurso de Cristina

Después de ver el circo del oficialismo y de escuchar el discurso de Cristina nos preguntamos si los que están en el gobierno son pelotudos o piensan que los pelotudos somos nosotros - y nosotros no somos el campo-. Porque para creerse la fatonchada que hicieron hay que ser un ignorante de mierda (sin ofender a los ignorantes) o tener una deficiencia mental agravada (o estar tan drogado y echo mierda como Charly García). ¿Esta gente no mira la tele? ¿No es conciente de las cosas que se dicen de ella/ellos? ¿Que no es la sociedad rural sino la misma gente, incluso aquellos que la votaron, los que ya no la soportan y le están retirando el apoyo? Hasta el virolo se ríe de las pelotudeces que están haciendo -a lo mejor realmente está interesado en que la tipa esta caiga, habría que deducir en qué se beneficia, tal vez le deja de romper las pelotas- y realmente la demagogia barata en la que cayeron con lo del golpe del '55 -el Fernadez lloró como un pelotudo y Cobos no sabía dónde meterse- y las comparciones con el gobierno de Perón, como si realmente fuera posible que bombardearan de nuevo la plaza de mayo y volvieran los militares a marchar con las botas llenas de bosta de vaca. Por cierto, Cristina, no sos la dueña de la democracia ni la única que puede definir o dar sentido a esta vaciada, vapuleada y vanalizada palabra. Democracia no es acatar ciega y mancebamente lo que dice el gobierno de turno, es como decir "jodete vos me votaste ahora vas a hacer lo que yo quiero, ¿vés lo democrático que soy?". Está bien que el pueblo eliga a sus representantes y que nuestra costitución establece que el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes, pero eso no implica que tengamos que ajustarnos a todos los caprichos de los gobernantes, más allá de que los hayamos votado o no. ¿O es que acaso uno no puede estar en desacuerdo con aquel político al que eligió para que lo gobierne? Por otro lado, el pasado es importante, está bien que no nos olvidemos de lo que pasó pero no se puede vivir en el pasado y mucho menos servirnos de él para hacer comparaciones idiotas y destacar nuestra imagen en relación a figuras políticas que realmente hicieron algo (o supieron simular mejor que lo hicieron). Ahora bien, ¿es el Congreso el mejor lugar para democratizar más la democracia cuando todos sabemos que la corrupción reina entre los legisladores y que es más fácil comprar a un/a senador/a que cortar una ruta en Gualeguaychú? Si la historia se reproduce como comedia y luego como tragedia, por qué no dejamos de lado las prácticas absolutistas y partidistas que tanto han manchado a la sociedad argentina. Nos rompen las bolas estos actos políticos tan cargados de gregarismo y masividad obtusa. El manoseo de los derechos humanos se agravan con la politización barata de las esferas de la vida. Vamos a formar un partido político, a presentarnos a las elecciones y a ganarlas, así a lo mejor después podemos hacernos cirujía plástica - y tratarlo al hijo para que deje de ser tan bobo- y llenarnos la boca hablando de distribución de la riqueza y democracia mientras nos rebosan los bolsillos de guita. En este tema no hay mártires ni inocentes -o pobrecitos-, no seamos ingenuos, lo que seguimos debatiendo es quién se queda con la plata, con los excedentes del crecimiento macroeconómico. Podemos estar en desacuerdo con el gobierno pero tampoco podemos estar de acuerdo con el campo porque al final acá la lucha sigue siendo de interes capitalistas ligados a la acumulación en determinados sectores hegemónicos de la sociedad -como la familia de monchi y el petiso por ejemplo-. Así que como lo decimos siempre: ¡a tomar por el culo!

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