Efectivamente la costanera hizo de Posaá una ciudad distinta. Le cambió la dinámica al careteo, favoreció el footing y el alcoholismo juvenil. Pero las "cirugías plásticas" todavía no terminan. El proceso de modificación de la ciudad sigue su curso artificial como si fuera natural. Como una adicta al quirófano a quién no le gusta prácticamente nada de su rostro. Lo cierto es que nos estamos por quedar bajo el agua y toda esa cuestión de desalojos, relocalizados, sobrefacturación, y enriquecimiento ilícito ya a nadie parece importarle. El impacto de la costanera es tan poderoso que ha bloqueado las cabezas posadeñas con una sobre dosis de su droga predilecta: el caretaje.
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