Bueno, se terminó la semana santa -se nos acabó el recreo-. Seguro muchos mirarán hacia abajo y verán los efectos de cinco días a base de chipitas de almidón, sopa paraguaya, torta de choclo, lechón, maní, huevos de pascua, etc. Ni hablar de la sangre de Cristo que habrá corrido por las gargantas. Después de estos días de aletargamiento y timba me quedo con la sensación de que la semana santa no es más que eso: turismo, comida, y tiempo muerto. Por lo menos algunos no tuvimos que ir a trabajar.
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