Zambayonni: “yo quiero ser un famoso, pero famoso de la chota para abajo”

Una voz distorsionada, una música simple, casi de fogón, con unos pocos acordes y un discurso, unas letras mejor dicho “burdas”, chabacanas, sucias, rastreras, de callejón sin salida; algo así como la chispa callejera de los suburbios. Formas del decir que dicen por la manera explícita del decir, en las que los órganos sexuales son nombrados mil-doscientas-millones de veces y las situaciones del coger nuestro argentino de cada día –danos el de hoy- impregnan todas las temáticas. Ese es Zambayonni. El Arjona de los machos, dicen por ahí, irónicamente, sus comentaristas y detractores. El hit del disco de homónimo nombre es “Milanesa de pija” (una especie de soul, de jazz ingenioso que desmonta lo cool en torno al sexo para ligarlo a lo bajo corporal). El latiguillo de la canción es el mismo título que se articula con las dimensiones de la disolución de lo fashion: “Hoy no me puse los zapatos italianos, ni guarde champagne helado en el refrigerador, ni me hice el cool barato con manjares del Japón (…) hoy no cargue con jazz fusión las compacteras, ni leí nada de Kundera para comentar con vos, no saque una de Tim Burton, ni alcance a bañarme con el apurón (…) hoy no me acuerdo ninguna historia del pasado para contarte animado como cualquier anfitrión, y no me queda ni un puñado de marihuana para que te sientas más mejor…porque esta noche hay, esta noche hay, milanesa de pija”, dice el tema que resuena hace tiempo en mi cabeza cuando pienso en las estrategias pocos sutiles de seducción, en las pantallas culturales orientadas hacia un mismo fin.
El disco de Zambayonni ocupa un lugar extraño en nuestra discografía boba. Aborda a la sexualidad desde múltiples lugares: el típico abandono (nostálgico): “tres mitades” hasta las humorísticas como “La incomible”; “Releyendo el alquimista” una obra posmodernista para las masas, etc. Zambayonni, en el ámbito local sólo comparable con Willy Polvorón: recuerdo, todavía, el comentario de stayfree diciendo en la presentación del disco de Polvorón, muchas veces he encontrado más poesía en mis gatos lamiéndose el culo que en las letras de los Divididos, eso lo consigue Polvorón trabajando con lo bajo, con lo insignificante. Zambayonni, en cambio, con la sexualidad.
Zambayonni hace del himno a los marginados su música, a quienes, según dice, considera sus hermanos: “A los que nunca les tiraron la goma, a los que un poco le rompieron el culo, a los que entre desconocidos la probaron, a los precoces que acabaron con apuro, a los que los cuernearon por confiados, a los que se les burlaron de la pija, a los que cogen solamente con regalos, a los que los extorsionaron con regalos…a esos, yo los considero mis hermanos…a los que los extraterrestres violaron, a los que no se les paraba sin amor, a los que no pueden dormir contando viejas, a los que una pendeja puta los cagó, a los que por pajeros tienen su medalla, a los que viven solos solos de verdad…yo los consideremo mis hermanos…”